Otra gran fiesta se celebra, de la cuatro veces Heroica Puebla de Zaragoza donde defendimos a nuestra tierra de las tropas francesas; de la ciudad donde se inició la Revolución Mexicana; de la ciudad que va más allá de una batalla, de una ciudad que se respira trabajo, esfuerzo diario, gente noble, productiva, dispuesta a seguir engrandeciéndola.
Cada mañana, el sol nos da la bienvenida desde el oriente iluminando la perfecta traza del centro, dónde las calles alineadas nos reciben con sus bellas construcciones, arquitectura sacada de sueños, edificios de marquetería poblana, naranjitas barriendo las calles, tacones apresurados para llegar a trabajar, el cilindrero de la esquina, los cieguitos de la 5 de mayo, o el dueto de la Sonora Santanera, el pelón del centro interrumpiendo en pleno romance, los niños jugando a atrapar las pompas de jabón, o el globero enmarcando la fuente de San Miguel y la catedral.
El magnífico e impactante Palacio Municipal, testigo del paso de los años y de los cambios en el zócalo.
Que decir de la vorágine de la zona de Angelópolis, con sus altos y modernos edificios, haciendo un contraste perfecto entre la modernidad y lo antiguo del centro histórico.

Y a lo lejos, siempre vigilando la fiesta nocturna, el cerro de la Paz, dónde la avenida Juárez es testigo de como nos divertimos y nos relajamos después de una semana de trabajo.
Y todo ésto transcurre cada día, dónde las y los poblanos nos enorgullecemos de quienes somos, y de dónde somos y vivimos, donde varios no nacieron aquí, pero se han encargado de seguir construyendo una ciudad icónica e importante en el país.
Puebla hoy celebra su cumpleaños, y con ello, la vida, la vida de quienes la habitamos y seguimos sintiendo el orgullo de ser poblano.



