EL ORGULLO DE SER POBLANO
Nuestro origen y fundación de Puebla es enigmática, es mágica; parte de ese misticismo en ocasiones se asemeja a la mitología griega o romana, cuando explica el origen y el por qué de nuestras vidas.
Puebla y sus leyendas, son así, relatando su origen y como el nombre de Puebla de los Ángeles, no es una casualidad; sino más una explicación de tal belleza que la caracteriza.
Cuenta la leyenda que, siendo obispo de Tlaxcala, Fray Julián Garcés, mediante un sueño, dos ángeles le indican donde fundar una nueva ciudad en una valle, rodeada por tres ríos y trazada de manera perfecta.
La leyenda no está tan distante a la realidad, ya que al observar principalmente el centro de la ciudad, su traza es uniforme, midiendo 80 por 100 metros cada cuadra.
La importancia de la fundación también radica en que Puebla fue proyectada desde un principio como una ciudad y no como un lugar que, con el paso del tiempo se convirtiera en una.
Con la anuencia de la Reina Isabel, 34 familias españolas se establecieron en este territorio encabezados por Juan de Salmerón, integrante de la audiencia española, como parte de la recompensa por haber apoyado en la conquista del nuevo mundo.
Un 16 de abril de 1531, se realiza una misa en la zona oriente, entre el río San Francisco y el cerro de San Cristóbal, hoy conocido por los cerros de Loreto y Guadalupe; pero después de tres meses, y tras varias inundaciones por la temporada de lluvias, trasladan los primeros asentamientos en lo que hoy conocemos como portal Iturbide el 29 de septiembre de ese mismo año.

En 1532, la Corona Española la nombra Puebla de los Ángeles, que hasta la fecha, es conocida así por todos los turistas nacionales.
Esta ciudad rápidamente se convertiría en un lugar intermitente entre el puerto de Veracruz y la ciudad que hoy conocemos como México, siempre caracterizada por la actividad comercial.
El nombre y su posteridad, se vio reforzado cuando otra leyenda enigmática surge después de la construcción de la catedral, ya que solo la torre izquierda tiene campana, la cual pesa 8 toneladas y media.
Treinta días trataron de subirla sin tener algún resultado favorable, hasta que una noche, el guardia de la construcción, soñó que dos ángeles la subían.
La ciudad despertó sorprendida por el repicar de la campana que después de ese sueño, la campana de nombre María ya están colocada en lo alto de la torre.
Y es que basta con recorrer el hermoso centro de nuestra ciudad y descubrir que, el trazo perfecto, la construcción majestuosa de esas casonas, las iglesias, la riqueza en sus museos y su historia, con hermosos atardeceres enmarcados en los volcanes, solo se puede encontrar una explicación que los ángeles si descendieron y la hicieron o al menos inspiraron a las manos que crearon tal bellezas de arte en la arquitectura, artesanías como el barro o la talavera o en la exquisita gastronomía.

Y es que dicen que Dios pasó por México, pero en Puebla se quedó; a lo que yo agregaría, con su sequito de ángeles “guardándonos y cuidándonos en todos los caminos”.
Felices 490 años, mi querida, benevolente y majestuosa, Puebla, Puebla de los Ángeles.